Como seres humanos tenemos una vocación fundamental y sea
cual sea la creencia, a lo largo de la historia la humanidad ha tratado de
ir en busca de la felicidad. Todas las acciones que vamos emprendiendo tiene como propósito
la felicidad y esa es nuestra vocación.
Generalmente creemos que esta condición de ser felices
nos va a llegar en otro momento de la vida –cuando esté en la universidad,
cuando me case, cuando tenga una casa…- y a veces vamos por la vida culpando a
otros porque no podemos ser felices.
Los problemas, fricciones, desencuentros que vamos
teniendo con los demás pueden deberse al niño interior herido y que
generalmente se manifiestan con las personas más cercanas, porque son con las
que más tenemos confianza, cercanía y a las que más queremos.
El niño interior herido se le llama a los daños emocionales que vienen de la infancia,
que fueron repetitivos y se
instalaron en la persona -como el malestar, dolor, miedo, inseguridad- y que
como adultos traemos arrastrando hasta el momento presente.
Lo identificamos porque son sensaciones que nos hacen
sentir mal en todo momento o con mucha frecuencia e intensidad. Que no nos
dejan hacer lo que queremos, y hacemos cosas inadecuadas de forma repetida.
“Quiero hacer las cosas bien, pero termino haciéndolas
mal”, la voluntad no me responde.
El niño interior herido lo identificamos, ya como
adultos, porque se manifiesta a través de:
- Sentimientos de
malestar.- No logramos sentirnos bien ni solos ni acompañados. Por mucho
tiempo podemos pensar que la culpa de nuestro malestar es de los demás y
ellos son los que tienen que cambiar para que yo esté bien, sin embargo,
la fuente del malestar está dentro de cada uno.
- El tipo de
relaciones que tenemos con los demás.- Relaciones codependientes,
relaciones de maltrato, de abuso, que no son equitativas; relaciones
matrimoniales en donde uno cede y cede y el otro gana y gana.
Incapacidad
para resolver conflictos en forma equilibrada.
- Enfermedades.-
Presencia de enfermedades recurrentes y que a veces no tienen explicación.
Algunas de éstas son ideadas por la mente y por una situación emocional.
Enfermedades crónicas y/ degenerativas.
- Adicciones.-
En la medida en que vivo con malestar permanente –me siento mal, mis relaciones
están mal...- que no logro respuestas a mis problemas, no puedo vivir con
dolor perpetuo. Y este dolor emocional, interno, eventualmente se
convertirá en dolor físico y por lo tanto yo requiero de un alivio, o al menos
de un espacio de alivio.
Cualquier
adicción tiene la finalidad de aliviarnos del dolor que sentimos. Pero el
alivio que sentimos tiene un efecto temporal pues no cura el verdadero
problema.
Entre las causas de las heridas en el Niño Interior se encuentran:
·
El
maltrato.- ya sea físico –golpes, agresión sexual- ó psicológico
–burlas, insultos, sarcasmo, desprecio, lejanía emocional, perfeccionismo,
comparaciones, chantajes….-.
·
la sobreprotección es un
maltrato pasivo, ya que los padres resolvieron los problemas del hijo para
que éste no se molestara, cuando en realidad lo que hace es impedir que
los niños desarrollen habilidades, a través de su esfuerzo, que van a necesitar
toda la vida.
·
La intolerancia
a los errores; la falta de límites, entre otras.
Los sentimientos y patrones de comportamiento que
aprendimos en la infancia y que los mandamos al inconsciente y que con el
paso del tiempo se volvieron automáticos, es lo que ahora nos está atorando
en nuestro desarrollo.
En la infancia eran adecuados pero en la edad adulta ya
no nos sirven.
Por ejemplo, si cuando era niño tenía que guardar
silencio para que no me regañaran, ya ahora como adulto el quedarme
callado no me sirve, al contrario, me genera más problemas.
Algunas pistas para sanar al niño interior herido y sanar
las emociones para dejar de sufrir internamente:
·
Reconocer
y aceptar el daño
·
Identificar a quienes involuntariamente me
lastimaron. Todo lo que hicieron lo hicieron de buena fé, porque era
lo único que conocían o lo hacían porque sin darse cuenta repetían patrones que
a su vez ellos habían aprendido. Querían hacer el bien, pero no les salió.
Para nuestros padres o para los adultos que consagraron su vida en
cuidarnos hay que enviarles todo nuestro amor, todo nuestro reconocimiento,
toda nuestra gratitud, nuestra veneración, y sobre todo, toda nuestra
comprensión. Si no comprendemos, no lograremos sanar.
·
Experimentar el dolor y aceptarlo.
·
Perdonar y
borrar el adeudo emocional.
·
Soltar, desprenderse, dejar ir, bendecir
todos los días.
·
Recordar
que quienes nos lastimaron y dejaron a nuestro niño interior herido,
sufriendo, a su vez ellos en sus historias arrastraron estos malestares y
seguramente sufrieron más que nosotros.
Para
seguir sanando tenemos que corregir tres cosas:
-Crear nuevos
patrones de comportamiento, porque el niño interior herido son emociones y
patrones heridos.
-Desarrollar
habilidades personales: paciencia, justicia, fortaleza, templanza. Equilibrio
emocional, manejo adecuado de sentimientos y autoestima sana.
- Desarrollar
habilidades sociales: aprender a manejar nuestras relaciones sobre todo con
personas cercanas –cónyuge, hijos, padres, hermanos,-. Dialogar, negociar,
perdonar, reciprocidad –dar al otro-; la amistad para vivir la vida plena
con quienes queremos.
-Desarrollar
habilidades espirituales.- con un espíritu pacificado nos podemos confiar en lo
que estoy haciendo con mi vida y en la relación con los demás. A través de
la oración, meditación, bondad, generosidad, magnanimidad.
El camino a seguir incluye:
a) resolver los conflictos internos –que son
las heridas interiores, la baja autoestima, el dolor emocional-
b) desarrollar
las habilidades personales –autoestima sana, manejo de sentimientos,
virtudes-;
c) desarrollar las habilidades sociales
–comunicación, equilibrio familiar, educación, amor pleno-.
Sin embargo no hay ni un solo camino que sea recto ni el
mismo para todos. Puede haber conflictos, algún problema y retroceder en algún
punto, para identificar aquello que todavía queda por trabajar…
El camino a la felicidad es aquél que nos va conduciendo
hacia el amor: hacia nosotros mismos, hacia el prójimo, hacia Dios. El
amor es la fuente que va a hacer que brote de nuestro interior auténtica mente la felicidad.
En la medida en que yo estoy más contento, en que estoy
más feliz, voy a poder comunicar esa felicidad, esa alegría y esa
integridad a las personas que me rodean.
Mientras más doy, de mi paciencia, de mi tolerancia, de
mi comprensión, más voy a obtener eso que doy.
Porque el amor está hecho de plenitud, de capacidades y
será la fuente de nuestra propia felicidad.