viernes, 28 de septiembre de 2012

Activación del CENTRO PINEAL-PITUITARIA



Activación del CENTRO PINEAL-PITUITARIA



Es recomendable seguir estas instrucciones para realizar la activación del
centro pineal- pituitario, al menos al comenzar la exploración del método. Las
palabras resaltadas son una clave de entrada para desencadenar la activación de
cada paso, una vez que hayas internalizado el ejercicio.






1. Nos sentamos cómodamente en una silla, con la espalda derecha (sin forzar) y
ordenamos a nuestros músculos que cedan de una sola vez, soltándose a la gravedad de
la tierra. Es como dar un salto al vacío. Recorremos en forma rápida nuestro estado
de relajación de pies a cabeza. Buscamos silenciar las emociones y el flujo del
pensamiento con órdenes simples. Ordenar por ejemplo: “mis emociones y mis
pensamientos se calman y se aquietan”. En ese estado, llevamos la atención a la
glándula pineal y ordenamos que se encienda. Ella se enciende y la visualizamos
como una esfera de luz o una perla incandescente que ha comenzado a irradiar
profusamente hacia ambos hemisferios cerebrales. ENCIENDO

2. Podemos sentir, percibir o visualizar  esta luz, que se expande tanto, que por
aquellos rayos que salen por sobre nuestra cabeza, vamos al encuentro de los rayos
arcoíricos danzantes que provienen de la Fuente, Padre o Arquetipo Uno,
conectándonos a la Fuente. CONECTO

3. Toda nuestra atención se encuentra ahora en la Fuente. Es importante en este
momento prepararnos para recibir su Luz- Amor que se manifiesta en dos de los rayos
arcoíricos: el rosa y el amarillo. Bajan desde el centro pineal hasta el centro cardíaco y se
anclan allí. Al anclarse, se forma un sol en expansión permanente, que irradia en
forma alterna en rosa y amarillo. Atendemos ahora a nuestra respiración,
pero sin alterar su ritmo armónico. Al inhalar, irradiaremos el rosa y el amarillo
desde el centro cardíaco hacia nosotros y al exhalar lo irradiaremos hacia fuera. Hacia
todos y hacia todo, sin límite. Podemos abarcar al planeta entero si así lo deseamos
o ir aún más allá. Hemos activado de este modo una red de conexión con nuestro
Padre- Madre quien toma el gobierno de nuestro ser, desplazando lo humano en
nosotros, para dar cabida a nuestra divinidad que comienza a despertar. Un
sentimiento de amor nos inunda mientras sentimos estas activaciones en
manifestación. AMOR

4. El paso siguiente es sentir los rayos arcoíricos que provienen de la Fuente
pasando por nuestros brazos y saliendo por la yema de los dedos, como largos rayos de
colores, que podemos enviar hacia donde los queramos hacer llegar. Así tendemos un puente de transferencia de energía desde
los campos de creación superior hacia los campos creativos físicos. RAYOS ARCOIRICOS

5. Ahora sellaremos estas activaciones sintiendo cómo una espiral de color violeta
eléctrico nos envuelve vertiginosamente desde los pies hasta por sobre la cabeza. Si
es necesario, repetimos esta orden para mantener la unidad vibratoria de nuestro
ser- luz activado a la frecuencia de la Fuente. Es momento de chequear cómo nos

sentimos. Estamos experimentando sensaciones de paz, armonía y ausencia de
limitaciones. Es nuestro ser- energía libre y armónico en disposición a la experiencia de
co-crear con la Fuente. SELLADO VIOLETA

6. Intencionamos mantener estas activaciones en permanencia y
simultaneidad. Llevando la atención a la glándula pineal, ordenamos reintensificar su
luminosidad que ahora se expande hacia la glándula pituitaria que se abrirá como una
flor de luz centelleante. Mantendremos durante un tiempo nuestra atención en este
proceso, hasta sentir que ambas se han fusionado en una sola red de luz. Ambas,
pineal y pituitaria han recuperado su potencia creativa original, dando paso a una
triangulación lumínica que es el portal de entrada hacia los campos de creación
superior en donde lo no manifestado espera para ser traído en manifestación.
Mantenemos la visualización de una flor de luz en medio del lóbulo frontal de nuestro
cerebro. Es normal sentir presión o vibración en la zona ubicada sobre el
entrecejo. FLOR DE LUZ

7. En este momento, sentiremos surgir del centro de la flor de luz, los rayos
arcoíricos, cargados del poder creativo de la Fuente. Por ellos subimos a los campos de
creación superior. Hemos llegado allí. Recordemos mantener la atención en la
Fuente y el sentimiento de amor irradiando en permanencia durante todo el acto
creativo.

8. Es momento de comenzar a cocrear, a manifestar sueños y anhelos con el
poder del sentimiento y el pensamiento que han sido elevados a la perfección de la
Fuente. De esta manera, iniciamos un nuevo proceso creativo que elimina el error de la
experiencia.

SOY TÚ


SOY TÚ


  Era un discípulo honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento. Un anochecer, cuando las chicharras quebraban el silencio de la tarde, acudió a la modesta casita de un yogui y llamó a la puerta.
  --¿Quién es? -preguntó el yogui.
  --Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual.
  --No estás lo suficientemente maduro -replicó el yogui sin abrir la puerta-. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso.
Luego, regresa y te daré instrucción.   Al principio, el discípulo se desanimó, pero era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño y rastrean la verdad aun a riesgo de su vida. Así que obedeció al yogui.
Buscó una cueva en la falda de la montaña y durante un año se sumió en meditación profunda. Aprendió a estar consigo mismo; se ejercitó en el Ser.
  Sobrevinieron las lluvias del monzón. Por ellas supo el discípulo que había transcurrido un año desde que llegara a la cueva. Abandonó la misma y se puso en marcha hacia la casita del maestro. Llamó a la puerta.
  --¿Quién es? -preguntó el yogui.
  --Soy tú -repuso el discípulo.
  --Si es así -dijo el yogui-, entra. No había lugar en esta casa para dos yoes.

  *El Maestro dice: Más allá de la mente y el pensamiento está el Ser.
Y en el Ser todos los seres.

PUREZA DE CORAZÓN



PUREZA DE CORAZÓN

  Se trataba de dos ermitaños que vivían en un islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy célebre y gozaba de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta el islote del afamado ermitaño. Le rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entregó un mantra y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su islote, mientras su compañero de búsqueda se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente. El anciano se sentía muy feliz con el mantra.
Era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.
  Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó. Estaba compungido, y dijo:
  --Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?
  El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió el mantra.
Lleno de orgullo, se dijo interiormente: “Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Realidad si ni siquiera es capaz de retener un mantra”. Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su islote caminando sobre las aguas.

  *El Maestro dice: No hay mayor logro que la pureza de corazón. ¿Qué no puede obtenerse con un corazón limpio?

UNA BROMA DEL MAESTRO


UNA BROMA DEL MAESTRO


  Había en un pueblo de la India un hombre de gran santidad. A los aldeanos les parecía una persona notable a la vez que extravagante. La verdad es que ese hombre les llamaba la atención al mismo tiempo que los confundía. El caso es que le pidieron que les predicase. El hombre, que siempre estaba en disponibilidad para los demás, no dudó en aceptar. El día señalado para la prédica, no obstante, tuvo la intuición de que la actitud de los asistentes no era sincera y de que debían recibir una lección. Llegó el momento de la charla y todos los aldeanos se dispusieron a escuchar al hombre santo confiados en pasar un buen rato a su costa. El maestro se presentó ante ellos. Tras una breve pausa de silencio, preguntó:
  --Amigos, ¿sabéis de qué voy a hablaros?
  --No -contestaron.
  --En ese caso -dijo-, no voy a decirles nada. Son tan ignorantes que de nada podría hablarles que mereciera la pena. En tanto no sepan de qué voy a hablarles, no les dirigiré la palabra.
  Los asistentes, desorientados, se fueron a sus casas. Se reunieron al día siguiente y decidieron reclamar nuevamente las palabras del santo.
  El hombre no dudó en acudir hasta ellos y les preguntó:
  --¿Sabéis de qué voy a hablaros?
  --Sí, lo sabemos -repusieron los aldeanos.
  --Siendo así -dijo el santo-, no tengo nada que deciros, porque ya lo sabéis. Que paséis una buena noche, amigos.
  Los aldeanos se sintieron burlados y experimentaron mucha indignación.
No se dieron por vencidos, desde luego, y convocaron de nuevo al hombre santo. El santo miró a los asistentes en silencio y calma. Después, preguntó:
  --¿Sabéis, amigos, de qué voy a hablaros?
  No queriendo dejarse atrapar de nuevo, los aldeanos ya habían convenido la respuesta:
  --Algunos lo sabemos y otros no.
  Y el hombre santo dijo:
  --En tal caso, que los que saben transmitan su conocimiento a los que no saben.
  Dicho esto, el hombre santo se marchó de nuevo al bosque.

  *El Maestro dice: Sin acritud, pero con firmeza, el ser humano debe velar por sí mismo.