Todo
pensamiento
provoca un sentimiento y una actitud
que mueve nuestras conductas,
su influencia construye caminos.
¿Lo habías pensado?
Las palabras son esos sonidos con los que construimos nuestros pensamientos.
Los
verbos son esas palabras o sonidos con las que expresamos nuestras acciones.
Fíjate qué importante.
En
las conferencias y talleres en los que comparto mi visión sobre la todopoderosa
comunicación, me suelo referir a tres verbos muy concretos: pensar, sentir y
hacer, y a la capacidad de esos tres verbos para albergar todas las acciones
humanas e influir en ellas. En todas...
Las acciones de esos tres verbos están íntimamente relacionadas y se repercuten mutuamente. Quiere decir que nuestros pensamientos influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan nuestras acciones, o sea, nuestras conductas.
Las acciones de esos tres verbos están íntimamente relacionadas y se repercuten mutuamente. Quiere decir que nuestros pensamientos influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan nuestras acciones, o sea, nuestras conductas.
Dicho de otra forma, pensar es la creencia o pensamiento que genera la actitud o predisposición con la que afrontamos las cosas; sentir es la emoción agradable o desagradable que impulsa en nosotros unas conductas u otras; y hacer es la conducta que elegimos.
El proceso emocional
La neurociencia ha establecido que lo primero que experimentamos ante un estímulo concreto es una emoción básica, y que a medida que racionalizamos esa emoción buscando más datos e información almacenada en nuestro cerebro, construimos el sentimiento.
La neurociencia ha establecido que lo primero que experimentamos ante un estímulo concreto es una emoción básica, y que a medida que racionalizamos esa emoción buscando más datos e información almacenada en nuestro cerebro, construimos el sentimiento.
Esto
lo expresa bien una fórmula útil pero poco matemática: emoción más sentimiento
es igual a sentimiento.
Esta fórmula nos brinda, entre otras muchísimas cosas, una preciada brújula para estar alertas ante los pensamientos con los que construimos nuestros sentimientos, porque esos sentimientos van a definir la actitud con la que afrontamos todas y cada una de las situaciones de la vida.
Pensamiento y actitud
Así que todo pensamiento provoca un sentimiento y una actitud que mueve nuestras conductas.
Así que todo pensamiento provoca un sentimiento y una actitud que mueve nuestras conductas.
Podemos
identificar esta secuencia lógica en nuestro día a día.
Por
ejemplo:
si pensamos que no hay suficiente
empleo para todos, un sentimiento que seguramente me va a provocar es miedo a
que los demás estén más preparados que yo, y por tanto me limité a inscribirme
en las ofertas de trabajo que se ajustan cien por cien a mi perfil.
Otro
ejemplo:
si pensamos que es muy difícil
montar tu propia empresa, posiblemente el sentimiento que te genere sea miedo y
algo de frustración o pereza, impulsando actitudes poco resolutivas de cara a
emprender.
Parece
lógico que modificar actitudes se base en modificar pensamientos. Eso es lo más
rápido...
Aunque
también ocurre que cambiando conductas terminemos cambiando determinados
pensamientos. Es algo más lento y seguramente con un coste emocional más alto.
Pensadlo. Se me viene a la cabeza el ejemplo de una persona con miedo a hablar en público.
Habría
dos caminos para afrontar ese cambio cuando lo necesite:
uno trabajar en las ideas que se le
vienen a la cabeza cuando va a hablar en público y terminan bloqueándola, para
cambiar esos pensamientos.
La
otra es simplemente hablar en público cuantas más veces mejor. Esto también
terminará cambiando esas ideas que la bloqueaban, aunque lo pasará bastante mal
al principio.
Yo personalmente creo que depende de cada persona, y que casi siempre resulta interesante empezar a trabajar en paralelo ambos caminos.
Evitar los pensamientos que no nos apoyan
Es una obviedad importante de recordar que una de las aplicaciones más importantes de identificar los pensamientos que condicionan nuestras conductas es apartar o evitar los que no nos apoyan.
Y
digo que es importante de recordar por muy obvio que parezca porque se nos
olvida muy a menudo.
De hecho, los pensamientos se automatizan, se convierten en hábitos y saltan como resortes sin que podamos controlarlos, a no ser que tomemos conciencia de ellos.
Y además de los pensamientos propios, están los colectivos, que son casi tan potentes condicionando nuestras conductas como los primeros:
los lunes son horribles, ya se
acabó lo bueno con el verano, sin dinero no puedes hacer nada, la cosa está muy
mala…
¿Te
suenan?
Lo malo de todo esto es que no hay actitudes neutras:
o son positivas o son negativas.
De
hecho, en cuestión de pensamientos, o estás a favor o estás en contra, y eso
provoca en ti emociones agradables o desagradables que condicionan tus
conductas bien o mal.
Así
que todos los pensamientos te afectan, ¿te has parado a mirar cuáles son?
Ejercicio de autoconocimiento
Te propongo un ejercicio muy simple y práctico para identificar los pensamientos que no te apoyan o incluso que te limitan.
Coge
papel y lápiz, y durante una semana o dos, dedícate a identificar cada noche al
terminar el día situaciones de ese día en las que no te sentiste bien con lo
que hiciste.
Déjate
llevar e identifica al menos una o dos situaciones cada día apuntando de cada
una de ellas: qué pensaste, qué sentiste, qué hiciste. Por separado, y en ese
orden...
Seguro que a la vuelta de dos semanas, simplemente con mirar tu lista, lograrás conclusiones propias muy edificantes.
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